Resistencia a la insulina: una condición que nos puede afectar a todos.
Antes de explicar en qué consiste la resistencia a la insulina (RI), es importante saber qué es la insulina y cuál es su función en nuestro cuerpo.
La insulina es una hormona que se libera en el páncreas, tras una alimentación rica en azúcares o almidones (carbohidratos); su función en el cuerpo es permitir su entrada en las células u órganos para que estos puedan transformarlos en energía (1). Para comprender cómo se genera el proceso de la resistencia a la insulina, el cuerpo pasa por una serie de pasos o vías metabólicas para intentar compensar el nivel alto de azúcar en sangre (esto sucede cuando existe una sobrealimentación a lo largo del día o bien comidas muy abundantes en azúcares y poco equilibradas).
En un primer paso, los azúcares que entran a nuestro cuerpo estimulan la liberación de insulina por parte del páncreas. Esta hormona se encargará de almacenarlos en forma de glucógeno en el hígado y en el músculo; según algunos estudios aproximadamente entre el 70% y el 90% de los azúcares de nuestra alimentación se almacenan de está forma (2). Una vez estén llenos los distintos depósitos de nuestro cuerpo, impiden que entren más azúcares, dejándolos libres en la sangre; esto hace que el páncreas continúe liberando más insulina. El segundo paso, es que al no poder almacenar más los azúcares de nuestra alimentación, el hígado convierte la glucosa en triglicéridos y los envía al tejido adiposo para que se guarden en forma de grasa localizada y visceral (3). Una forma de entender esto de forma coloquial, es intentar llenar una botella con agua cuando esta ya está llena, al final el agua se rebosa por los bordes haciendo que se riegue.
Cada vez que se ingresa una alimentación poco balanceada o bien en horas de la noche; los alimentos ricos en azúcares procedentes de las frutas, las harinas y los alimentos ultraprocesados, van a estimular la liberación de la insulina. Si no se controla la alimentación esta va a permanecer alta de forma sostenida, lo que se conoce como hiperinsulinemia y da lugar a una mayor sensibilidad de nuestro cuerpo hacia estos grupos de alimentos, lo que se traduce en incremento brusco de peso.
Es importante tener en cuenta que existen momentos o condiciones fisiológicas que desencadenan una subida brusca de la insulina (hiperinsulinemia) tales como el estrés emocional, los procesos inflamatorios en respuesta a una enfermedad repentina o una infección oculta. Por lo tanto, la hiperinsulinemia se considera una respuesta a un estímulo que está produciendo desequilibrios hormonales en nuestro organismo y que puede ser reversible (6).
Mientras que, cuando los órganos y las células ya no responden a la acción de la insulina (resistencia de insulina) pasa a ser una enfermedad irreversible y asintomática que puede pasar desapercibida durante muchos años. Sus consecuencias a largo plazo son el incremento de azúcar en sangre, y con esto el riesgo de desencadenar enfermedades metabólicas (exceso de peso, diabetes, síndrome metabólico, enfermedad coronaria) (4).
La causa de la enfermedad de la resistencia a la insulina es el resultado de varios factores entre ellos está la edad, el sexo, la predisposición genética, la actividad física, los estilos de vida y la alimentación desequilibrada. Es posible que la persona note que su cuerpo tiene una alta sensibilidad hacia ciertos grupos de alimentos que le generan incrementos bruscos de peso y aumento de la grasa abdominal. Así que la única manifestación que podemos encontrar cuando el azúcar en sangre lleva alta muchos años es el daño en todos los órganos y sistemas del cuerpo (7).
A pesar de que algunas personas pueden ser genéticamente más propensas a desarrollar resistencia a la insulina, quizás el mayor impacto haya sido el cambio en nuestro entorno alimentario en las últimas décadas. Hay mayor disponibilidad de comidas y bebidas ultra procesadas de fácil acceso, que suponen un valor asequible para el consumidor. Esto puede haber conducido a que poblaciones enteras hayan adoptado un estilo de vida poco saludable, caracterizado por el consumo de niveles altos de azúcar, almidones y otros carbohidratos refinados (8).
Según Herpen & Schrauwen (2017) y Ros & Medina (2011) la resistencia a la insulina está relacionada con el exceso de peso (sobrepeso-obesidad), con la prediabetes, la diabetes tipo 2, el síndrome de ovario poliquístico (SOP), las enfermedades cardiovasculares y otras afecciones metabólicas, tales como hipertensión e hígado graso no alcohólico. Es por ello, que el estilo de vida, los hábitos alimentarios y la actividad física son factores importantes que pueden mantener, aumentar o disminuir el riesgo de IR.
Para lograr controlar la resistencia a la insulina es necesario equilibrar la alimentación con un incremento en el consumo de verduras y proteínas, reduciendo azúcares procesados, y harinas. Esto sumado a patrones de hábitos saludables tales como: el mantener un horario en las comidas, evitar las entrecomidas y las comidas copiosas en la noche junto con ciclos de actividad cardiovascular, tratar los problemas de sueño y el estrés mejoran el entorno hormonal haciendo que el cuerpo mejore la sensibilidad a la insulina y permita su control a largo plazo (9,10).
En resumen, es necesario que los cambios en los estilos de vida del paciente se realicen de forma sostenida e indefinida que le permitan mantener una alimentación equilibrada en todos los grupos de alimentos, para que de esta forma se controle el entorno hormonal, y le permita mantener el buen funcionamiento metabólico lo que se traducirá en un mejor control del peso.
Referencias
- Barazzoni, R., Gortan Cappellari, G., Ragni, M. et al. Insulin resistance in obesity: an overview of fundamental alterations. Eat Weight Disord 23, 149–157 (2018). https://doi.org/10.1007/s40519-018-0481-6
- Victòria Ceperuelo-Mallafré, Miriam Ejarque, Carolina Serena, Xavier Duran, Marta Montori-Grau, Miguel Angel Rodríguez, Oscar Yanes, Catalina Núñez-Roa, Kelly Roche, Prasanth Puthanveetil, Lourdes Garrido-Sánchez, Enrique Saez, Francisco J. Tinahones, Pablo M. Garcia-Roves, Anna M Gómez-Foix, Alan R. Saltiel, Joan Vendrell, Sonia Fernández-Veledo, Adipose tissue glycogen accumulation is associated with obesity-linked inflammation in humans, Molecular Metabolism, Volume 5, Issue 1, 2016, Pages 5-18, ISSN 2212-8778, https://doi.org/10.1016/j.molmet.2015.10.001.
- Ros Pérez M, Medina-Gómez G. Obesidad, adipogénesis y resistencia a la insulina. Endocrinol Nutr. 2011 Aug-Sep;58(7):360-9. Spanish. doi: 10.1016/j.endonu.2011.05.008. Epub 2011 Jul 22. PMID: 21778123.
- Matulewicz, Natalia & Karczewska-Kupczewska, Monika. (2016). Insulin resistance and chronic inflammation. Postepy higieny i medycyny doswiadczalnej (Online). 70. 1245-1258. 10.5604/01.3001.0009.6902.
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- Irimia JM, Meyer CM, Segvich DM, Surendran S, DePaoli-Roach AA, Morral N, Roach PJ. Lack of liver glycogen causes hepatic insulin resistance and steatosis in mice. J Biol Chem. 2017 Jun 23;292(25):10455-10464. doi: 10.1074/jbc.M117.786525. Epub 2017 May 8. PMID: 28483921; PMCID: PMC5481557.
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- Jensen Jørgen, Rustad Per, Kolnes Anders, Lai Yu-Chiang, The Role of Skeletal Muscle Glycogen Breakdown for Regulation of Insulin Sensitivity by Exercise, Frontiers in Physiology, Volume 2, 2011. DOI=10.3389/fphys.2011.00112
- Alexander Sakers, Mirian Krystel De Siqueira, Patrick Seale, Claudio J. Villanueva, Adipose-tissue plasticity in health and disease, Cell, Volume 185, Issue 3, 2022, Pages 419-446, ISSN 0092-8674, https://doi.org/10.1016/j.cell.2021.12.016.
Autor: Catherine Del Pilar Villoria Rojas
Directora Médico, Natural Body Center. Médico Investigador Universidad Complutense de Madrid.
es verdad que dejar de consumir azúcares y carbohidratos ultraprocesados ayuda a recuperar la salud y a perder peso. soy paciente del doctor William sede sur Cali y estoy feliz con mi cambio soy hipotiroidea y ahora puedo dormir bien. muchísimas gracias por tan bonita labor.